Antonio Lorente aporta todo su genio retratístico para ilustrar el alma de uno de los personajes infantiles más famosos de la literatura infantil universal: Tom Sawyer. A través de sus aventuras, Mark Twain realiza un retrato vitalista de la infancia inspirado en su propia vida.
Esta cuidada edición ilustrada de Tom Sawyer en cartoné contiene un gran número de ilustraciones y su interior imita la estética de los scrapbooks (una técnica especializada de álbumes de fotos). Una especial edición perfecta para regalar.
El volumen incluye el texto íntegro de esta obra, que pronto se convirtió en un gran éxito y que cuenta con numerosas adaptaciones al cine y la televisión, incluso a una serie de dibujos animados japoneses.
La obra presenta a Tom, un niño poco apegado a las normas, que vive junto a su tía Polly, su hermanastro Sid y su prima Mary en San Petersburgo, un pueblo ficticio situado junto al río Mississippi, entre 1840 y 1850. Su carácter inquieto, curioso y travieso le lleva a vivir increíbles aventuras, ¡algunas de ellas no exentas de peligro! Junto a sus amigos Huckleberry y Joe Harper presenciará su propio funeral y jugará a ser pirata, indio y bandolero.
Un apasionante verano lleno de aventuras en la vida de un niño que descubre por primera vez el mundo, la amistad y el amor.
El ilustrador Antonio Lorente, que se dio a conocer al gran público con Genios (traducido al italiano y al ruso) y que consolidó ese éxito con Peter Pan y Ana la de Tejas Verdes, aporta todo su brillante genio a los personajes de este clásico imperecedero.
Mark Twain (1835-1910) fue un reconocido periodista, escritor y humorista estadounidense. Llamado por William Faulkner como “el padre de la literatura americana”, Twain escribió más de 500 obras durante su vida, siendo las más famosas Las aventuras de Tom Sawyer y su secuela Las aventuras de Huckleberry Finn, considerada esta última por muchos como «la gran novela americana».
«Durante un breve rato pareció que la esperanza revivía no porque hubiera razón alguna para ello, sino tan sólo porque es natural en ella revivir cuando sus resortes no se han gastado por la edad y la resignación con el fracaso.»